lunes, 22 de abril de 2013

¡ QUE VIENE EL DILUVIO !





Ya hemos terminado ¡QUE VIENE EL DILUVIO! y ahora ...

 ¡¡¡¡¡ DISFRUTAD Y DELEITAROS CON VUESTROS 

TRABAJOS!!!!!


                                     





  Y MÁS  ....


                             

sábado, 13 de abril de 2013

ANTONIO MACHADO - V

ANTONIO MACHADO - V

APRENDIENDO ESTOS DOS POEMAS "LAS MOSCAS" Y " A UN OLMO SECO" TERMINAMOS LOS TRABAJOS PARA EL DÍA DEL LIBRO SOBRE ESTE GRAN POETA. ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO ESTE TRABAJO TANTO COMO A MI

LAS MOSCAS


Vosotras, las familiares

inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces

como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío

en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,

raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
- que todo es volar- sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...

Moscas de todas las horas,

de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables glosas,

que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas



   


A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario, en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde del camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera